#NosGustaLaCriminología: El comienzo de mi vocación.

Hasta hace relativamente pocos meses, ni yo misma conocía el origen de mi pasión por la criminología, de hecho, lo achacaba, como supongo que muchos otros, al gusto que tenía por las series como "CSI", la cuál tanto influyó en que se tenga una concepción errónea de la criminología. Además, recuerdo perfectamente que, viendo series como la ya mencionada, y la española "Policías", descubrí un gusto oculto por el comportamiento delictivo, y especialmente por la motivación que podía llevar a alguien a cometer un terrible crimen.

Pero lo cierto es que, revolviendo unos papeles de hace trillones de años (tengo la manía de guardar todas las agendas escolares de cada año que he cursado desde que empecé la ESO), encontré la agenda de 2º de la ESO. Curioseando entre garabatos, dedicatorias de amigas con fecha de caducidad, y demás anotaciones absurdas, encontré algo que me hizo retroceder en el tiempo y entender el verdadero origen de mi pasión criminológica. Encontré, en el mes de septiembre, datos y anotaciones muy específicas sobre los atentados sufridos contra las Torres Gemelas (2011). Recordé el impacto que me causó, y la gran inquietud por saber qué motivos habían tras tan terrible suceso. La profesora de Historia nos animó a hacer un trabajo, aprovechando la ocasión, sobre el atentado, a modo descriptivo, sobre el desarrollo de los acontecimientos, número de fallecidos, número de heridos, etc. Pero mi  cabeza fue más allá de lo que me pedía mi odiada profesora (creo que lo único bueno que hizo durante el curso fue mandarnos dicho trabajo). ¿Cómo alguien puede sacrificar su propia vida, el bien más preciado qué tenemos, y llevarse consigo a miles de personas de la forma más inimaginable, sólo por un puñado de creencias religiosas? En mi cabeza no lograba encontrar una respuesta lógica.
Empezaron a publicar imágenes que para mi, y supongo que para todo el mundo, resultaron estremecedoras: las personas que desgraciadamente se encontraban en las plantas superiores e inferiores del edificio en llamas y las cuales no podían escapar, tomando como última decisión lanzarse al vacío. 
En ese mismo instante comprendí que yo quería ser alguien que pudiera explicar esos comportamientos, y, aunque en ese momento no sabía que la criminología estudiaba tales comportamientos, supe que quería ser criminóloga.

Por supuesto, pasé años disfrazando la criminología de criminalística. 

Llegó la selectividad, y con ella mi momento para tomar una decisión. Tenía claro que quería estudiar  la Licenciatura en Criminología en Alicante, pero era de segundo ciclo y no sabía que hacer para acceder a ella. Cuando empecé a asumir que tenía que estudiar Trabajo Social, una compañera me habló del Título Propio en Seguridad Pública, y del acceso que daba a mi tan deseada licenciatura. Así que no lo pensé dos veces, me informé, y (nuevamente) engañada por la falsa publicidad que daba como salida profesional la Policía (ja, ja, ja), me matriculé. Un paréntesis, y hablando en serio, de verdad me matriculé pensando que cuando acabara podría entrar al Cuerpo de la Policía sin tener que opositar, así que imaginaos qué tipo de (des)información utilizaban para aumentar el número de matriculados, y también imaginaos lo inútil e ilusa que era yo a los 18 años. 
Pasaron los años y los desengaños. ¡Vaya! ¡Pero si los criminólogos no analizan escenas del crimen...! Lejos de perder el encanto, descrubí en la criminología nuevos encantos que nada tenían que ver con arrestar a un temible asesino en serie. 
Antes de terminar el Título Propio en Seguridad Pública, me entró el ansia viva "gracias" al plan Bolonia, que dejaba en el aire lo que pasaría con el Título Propio de Detective Privado, así que me matriculé también, pues con un año más podía trabajar como detective si en un momento determinado se me antojaba.
Tras cuatro años de títulos (tres de Seguridad Pública y uno de Detective), entré en mi amada licenciatura bastante más desmotivada de lo que mi "yo" preuniversitario esperaba. Tenía que volver a estudiar durante dos años más lo que ya había estudiado durante tres. Era como repetir asignaturas habiéndolas aprobado. Pero no me quedaba otra si quería lograr mi objetivo, así que, entre clases, clubes sociales, apuntes y risas, y gracias al grupo de amigos que hicimos durante esos dos años, pasaron volando los mejores años de mi vida, no sin algún que otro disgusto, por supuesto.
Una vez licenciada, me matriculé en un Máster en Intervención Criminológica y Victimológica, al cuál ya le había echado el ojo dos años antes. Me lancé de cabeza, dispuesta a mejorarme a mi misma y a superarme. He de decir que, en el último cuatrimestre de la licenciatura tuve que cambiar el chip, pues realmente no me imaginaba a mi misma acabando ese año la carrera y empezando el Máster, dada mi escasa motivación, pero algo dentro de mi se iluminó y me impidió fracasar: la voluntad. 
Las ganas lo pueden todo, y mis ganas por crearme un futuro profesional lograron que mi vocación este siendo, hoy en día, mi profesión.
Finalmente, y hasta día de hoy, después de acabar el Máster sigo trabajando en el Centro para el estudio y prevención de la delincuencia, en el que empecé mis prácticas de Máster. Allí estoy realizando varios proyectos criminológicos que me apasionan y me enseñan cada día más. 
Con esto quiero lanzar un mensaje importantísimo para todos los estudiantes de criminología: aprovechad las prácticas, es una oportunidad laboral innegable, demostrad vuestra pasión con actitud y trabajad duro, tarde o temprano, llegará. 

Animo también a todo el que quiera compartir su experiencia con la criminología a que comente su historia.


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