Mentiras piadosas

Hace unos días pude asistir a un curso sobre Seguridad Internacional y Servicios de Inteligencia, en el que pude entender que no todo lo que ocurre en un Estado debe ser publicado y conocido por la sociedad, sería como gritar a los cuatro vientos nuestros propios puntos débiles: ésto es lo que hace tan importante a los Servicios de Inteligencia (en este caso los españoles) y los secretos que guardan consigo.
Y yo, que soy desconfiada, retorcida y malpensada, no puedo evitar pensar mal cuando veo en los medios de comunicación una y otra vez la escapadita del Rey a Botsuana y el "gatillazo" de Froilán. ¿ Y si no fue un accidente lo que provocó que el Rey se rompiera la cadera? ¿Y si no fue Froilán quien se disparó en el pie de forma accidental? A mi, personalmente, no me gustan las casualidades, siempre intento buscar explicaciones a todo lo que parece ser producto del "destino". ¿ Quién no me dice a mi que estos dos acontecimientos tan casuales no son una mentirijilla piadosa del Estado para protegernos? Ya os lo he dicho: soy muy retorcida.

No puedo evitar pensar que todo esto no es más que una maniobra de distracción, como cuando le dices a un niño que vais a ir al parque de atracciones para evitar que llore cuando en realidad vais al dentista. ¿ Y si los medios de comunicación sólo pretenden mantenernos entretenidos y alejados de la terrible realidad que nos acecha? Como ya dije en la primera entrada de mi blog, nos manejan repitiendo una y otra vez el mismo tipo de noticias, influyendo en nuestros pensamientos y opiniones. Lo que aumentan no son el número de delitos, lo que aumentan son el número de noticias sobre delitos.
Por todo esto yo nunca creo al completo lo que veo en la televisión ni lo que oigo en la radio, y muy a mi pesar, me temo que algo malo está ocurriendo y pretenden mantenernos distraídos hasta que el cambio sea tan brusco que ya nada pueda ocultarlo.

Si me permitís un consejo: nunca creas todo lo que ven tus ojos ni todo lo que oyen tus oídos. Mantén siempre una distancia prudencial entre los sentidos y la realidad.